domingo, 11 de mayo de 2014

¡Yo me quedo!


Mick Turman
The Santa Monica Chronicle

He estado de visita en Idyll, y me he querido quedar. Sí, amigos míos que soportáis esta sección semana a semana. He querido esconderme tras uno de esos setos o de esos bosques que sabe dios cómo han conseguido crear en esa ciudad y ocupar una de esas casas que parece salida de un cruce entre un cuento de hadas y Desesperadamente Ricas. Os juro que si existe un paraíso, ha de ser así.

Mirad, estos nos lo venden como un paseo por la vieja America, pero os puedo asegurar que es otra cosa (que también) aparte de recuperar los viejos valores. Es una ciudad diseñada al milímetro, en la que parece que echen ambientador en la calle para que te huela a rosas. Dicen que hay una red subterránea que alimenta a esos árboles en esos parques enormes por los que puedes pasear. Y, en contra de los rumores, os informo de que no son de plástico.

Cuando nos llevaron a recorrer su enorme centro comercial, no me lo podía creer. Es como traer Rodeo Drive, pasarlo por esos centros comerciales para jeques ricos de Qatar que tienen grifería de oro y retretes de platino, y decorarlo todo con la ayuda de los diseñadores de Tiffany. Te puedes comprar un Ferrari y un perfume de medio millón de dólares con la VISA y te atienden unos empleados que parecen sacados de los concursos de Sports Illustrated. Y os lo juro, en el McDonalds del Centro Comercial, tienen una hamburguesa cubierta de pan de oro, que cuesta mil dólares. Y puedes peir la Coke Diamond, un refresco delicioso que cuesta a razón de cien dólares el vaso.

Visitamos una casa, no puedo decir de quién, pero el cabrón afortunado que está a punto de habitarla puede decir que no querrá salir de ahí nunca más. Dios santo. Por ahora no puedo contar lo que vi, pero en dos semanas podré desvelaros el dueño y lo que nos encontramos allí, cuando pase el embargo informativo que nos imponen en Idyll.

Mirad, si os toca la lotería, o tenéis la suerte de que os inviten a ir, no se os ocurra decir que no. No sé lo que ponen en el aire, pero sales de ese lugar más feliz y con ganas de sonreirle a todo el mundo.

Lástima que luego tuviéramos que regresar y coger la Santa Monica Freeway con sus atascos kilométricos de nuevo. De vuelta a nuestras sucias y miserables vidas.

¡Ojalá algún día el mundo sea como Idyll amigos! Hasta entonces, sólo queda soñar, y añadir Idyll a la lista de mil cosas a hacer (o visitar) antes de morir... si puedes pagarlo.

La imagen es de una de las casas de la ciudad, construida al más puro estilo New Orleans por encargo de uno de los clientes. Foto: infrogmation. Está publicada con licencia Creative Commons.

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